¿Está realmente destinado a quién conocerá una persona?
Siempre he sentido que el destino es algo maravilloso que se puede encontrar pero no buscar. No puedes detener lo que viene y no puedes mantener lo que está sucediendo. El destino puede ser profundo o superficial, todo está arreglado por Dios. El destino va y viene, todo es destino.
Siempre recuerdo un poema: ¿Cómo pueden las personas encontrarse si no hay deudas? Si no lo debes, no aparecerá. Practicar quinientas veces en la vida anterior se puede cambiar por un pincel en esta vida. Los que pueden reunirse es por el destino, y los que pueden acompañar es por el pago de deudas. Creo que este poema resume muy bien el destino de todos.
El budismo cree que todos los encuentros son en realidad reencuentros después de una larga ausencia. Quizás no haya recuerdos de la vida pasada, pero hay innumerables relaciones en la vida pasada. No hay encuentros aleatorios ni apariencias sin sentido. Todos en tu vida son personas relacionadas con tu vida pasada. Aunque no creo en vidas pasadas, creo que el destino de una persona en la vida está destinado.
Siempre he sentido que en la vida no hay camino y nadie es en vano. Cuando conoces a alguien que te hace daño, te hace saber qué es la prevención. Cuando conoces a alguien que te deja, te hace saber lo que significa ser fuerte. Cuando conoces a alguien que está contigo, él te enseña a apreciar. Todos los que conocemos en esta vida tienen un significado único.
Quizás todas las relaciones empiezan con el encuentro, pero la vida no puede ser igual que el primer encuentro. Cuando te encuentras, te vas, así que tienes que aprender a dejar ir, aprender a menospreciar las cosas perdidas, aprender a dejar ir a las personas o cosas que se han ido y valorar a las personas o cosas existentes a tu alrededor.
El mundo es muy grande y puedes conocer a miles de personas a lo largo de tu vida. Pero el mundo es pequeño, tan pequeño que sólo hay unas pocas personas a tu alrededor. Siento que no importa con quién nos encontremos, es el destino dispuesto por Dios y no podemos cambiarlo. No importa con quién estemos, no es nuestra decisión y no tenemos control sobre ello.