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Recuerdos de un pueblo pequeño
El pueblo es pequeño, pero hay muchos adivinos.
Probablemente porque los pájaros del mismo plumaje vuelan juntos, la mayoría de los adivinos se concentran en la esquina sureste del semáforo de la ciudad, frente a una tienda de cosméticos. Un adivino merece un par de ojos. Se enamoraron de esta tierra del tesoro del Feng Shui de un vistazo. Se dice que es un tesoro geomántico. En primer lugar, hay mucha gente que viaja de norte a sur. No muy lejos de aquí hay una estación de autobuses que transporta cada día un gran número de turistas de varios pueblos y aldeas de la comarca, y mucha gente acude al adivino para solucionar sus problemas. En segundo lugar, aunque hay coches yendo y viniendo aquí, todos son gente corriente. Están lejos del gobierno, los fiscales y otras fuerzas del orden. Pueden garantizar que no serán deportados ni prohibidos bajo ninguna circunstancia. A veces los cuadros salen de la oficina y reflexionan en secreto si su futuro ha cambiado. Este deberá colocarse en la puerta de la oficina. Los que fueron asesinados eran todos materialistas. ¿Quién se atreve a creerle a un adivino? La adivinación es una tontería a los ojos de la gente civilizada. Aunque es una zona céntrica, es un lugar seguro. A los ojos de la gente común, los adivinos son una profesión que se gana la vida como quienes se afeitan la cabeza, se arrancan los dientes, remendan vasijas y venden semillas de melón. En cuanto al idealismo o al materialismo, la mayoría de las personas están confundidas y no comprenden del todo. Sienten que están demasiado lejos de sí mismas y no pueden pensar profundamente.
La gente suele acudir a los adivinos para encontrar cosas que no pueden captar...