¿Cómo surge la sensación de calmarse a sí mismo en un niño? ¿Qué tienen de malo estas emociones autoconsoladoras?
Desde el momento en que un bebé nace tiene una buena forma de afrontar sus problemas y malestares. Cuando experimenta una estimulación interna significativa, solloza y grita, se chupa los dedos y muerde juguetes pequeños para aliviar el estrés y distraerse. Cuando los niños no entienden lo que dice Tom, pueden escuchar las señales emocionales de Tom provenientes de sus padres. Por ejemplo, si una madre arrepentida levanta la voz y se enoja con los demás, el niño sentirá miedo.
Así, cuando un niño no cumple con los estándares prescritos, niega o denuncia este modelo como irrazonable, y trata de encontrar algunas razones aparentemente válidas para refutar el fracaso actual. Cuando los niños que están cansados de aprender se sienten deprimidos, no buscan la razón, sino que escapan de la realidad e intentan cambiar las opiniones de quienes les rodean. Desde una perspectiva evolutiva fisiológica y biológica, todo el proceso de separación hará que los niños sean tímidos ante situaciones que no pueden manejar, lo que permitirá a los estudiantes recuperarse de forma natural y reponer su energía psicológica.
Los niños necesitan más comodidad. Sin tranquilidad, se sienten inseguros, incapaces de obtener lo que quieren del estímulo del desarrollo social y pueden llegar a conclusiones desafortunadas. Esto requiere que los padres ayuden inmediatamente a sus bebés a mejorar sus habilidades para calmarse a sí mismos y enriquecer sus habilidades para calmarse a sí mismos para que puedan afrontar las oportunidades y desafíos que trae la nueva etapa de crecimiento. El bebé debe tener tiempo y energía para ser reconfortado y adaptado. Cuando nuestro bebé está triste, quizá te esté diciendo “déjame en paz un rato”, así que deja de consolarlo.