En el Antiguo Testamento, David cometió adulterio y Jehová Dios perdonó la pena de muerte, pero aun así tuvo que soportar las consecuencias. ¿Es este el caso hoy?
En el Antiguo Testamento, Dios no mató a David inmediatamente, porque tan pronto como se lo recordó, David se dio cuenta de su pecado desde el fondo de su corazón y se presentó ante Dios para arrepentirse de su pecado. Dios lo amaba y no le dio el juicio final por sus crímenes, pero sus crímenes aún no agradaron a Dios, por lo que Dios lo castigó a él y a su familia. Esto nos dice que nos mantengamos alejados del pecado porque el pecado tiene un precio, y el precio del pecado es la muerte. Sin embargo, Dios tiene la gracia de perdonar el pecado. Si acudimos a Dios, admitimos sinceramente nuestros pecados y nos arrepentimos, Dios nos perdonará porque nos ama. Pero hay otros efectos y costos del pecado que debemos soportar, y no cambiarán debido al pacto de Dios con nosotros.