50 palabras en el diario escolar de primavera
Cuando llegué a la plaza, vi todo tipo de crisantemos. Algunos son rosados, otros dorados, otros blancos, como gentiles elfos que te hablan, y algunos son morados. Hay mucha gente mirando los crisantemos en la plaza y hay gente por todas partes. Este hermoso crisantemo atrajo a todos en la plaza.
En ese momento, vi a un niño más joven que yo entre la multitud sentado en una silla de ruedas, de pie junto a él, como si fuera su madre. Levantó un cartel que decía: ¡Por favor ayúdennos! ¡Salva a mi hijo! Había un plato delante de ellos con una moneda de diez centavos, un dólar... La gente a su lado le lanzó miradas de simpatía. Me acerqué y escuché a todos. Resultó que cuando el niño tenía fiebre alta, el médico usó el medicamento equivocado, lo que provocó que el niño quedara permanentemente discapacitado. Después de escuchar esto, las personas cercanas donaron generosamente. Algunos niños sacaron cincuenta centavos y algunos adultos diez yuanes. Toqué mi bolsillo, pero estaba vacío. Tiré de la falda de mi madre. Mi madre asintió con complicidad, sacó cien yuanes de su bolsillo y se los dio. Ellos asintieron y le agradecieron. Resulta que mi madre y yo teníamos la misma idea. Al ver su gratitud, una cálida corriente invadió mi corazón.
De camino a casa con mi madre, pensé que mientras cada uno de nosotros demos un poco de amor, el mundo siempre será primavera. Realmente fue un sábado feliz e inolvidable.