¿El cumpleaños debe ser determinado por el calendario solar o el calendario lunar según el signo del zodíaco?
No existen límites uniformes y precisos para las constelaciones. Hasta 1930, para unificar la compleja división de las constelaciones, la Unión Astronómica Internacional dividió el cielo en 88 constelaciones oficiales, con límites precisos para que cada estrella del cielo perteneciera a una constelación específica. La mayoría de estos signos oficiales del zodíaco se basan en la mitología griega antigua transmitida desde la Edad Media. Por el contrario, existen algunas combinaciones de estrellas de amplia circulación que no están reconocidas como constelaciones oficiales, como la Osa Mayor.
En el universo tridimensional, no existe una conexión necesaria entre estas estrellas. Sus posiciones en la esfera celeste son similares, pero de hecho pueden estar muy alejadas. Si los humanos estuvieran en otro sistema solar de la Vía Láctea, el cielo estrellado que verían sería completamente diferente. Desde la antigüedad, la gente ha estado interesada en la disposición y la forma de las estrellas y, naturalmente, ha conectado algunas estrellas con posiciones similares para formar constelaciones.
Datos ampliados
En la antigüedad, la subida y bajada de las estrellas o constelaciones se utilizaba a menudo para la navegación y para determinar el tiempo. El antiguo Egipto determinaba el comienzo del año observando el ascenso de Sirio. En algunas zonas todavía existe la antigua técnica de determinar la posición mediante la observación de estrellas. Las constelaciones y las imágenes literarias que representan aparecen a menudo en las obras de los literatos.
Aunque la importancia de las constelaciones se ha reducido relativamente en los tiempos modernos, para los entusiastas de la astronomía las constelaciones no han perdido su encanto. A través de sus fascinantes leyendas, las constelaciones desempeñaron un papel muy importante en la popularización de la astronomía. Cada vez que ocurre un fenómeno astronómico importante, los astrónomos, los divulgadores científicos y los medios de comunicación siempre desencadenan una locura astronómica en la sociedad, especialmente entre los jóvenes.