La leyenda de los huesos de cristal
Mismo tamaño, todavía puede mover la mandíbula y puede hablar y cantar. Se dice que los cráneos proporcionan información sobre los orígenes humanos.
Y la información sobre la muerte también puede ayudar a los humanos a resolver el misterio de la vida en el universo. Esta información no sólo es útil para estudiar la habitación humana.
La tendencia de desarrollo del planeta es muy importante y juega un papel decisivo en el estudio de la reproducción humana. Se dice que un día la gente
Los científicos encontrarán todas las calaveras de cristal, las reunirán, integrarán la sabiduría humana y desempeñarán plenamente el papel que les corresponde.
Uso. Pero la premisa es que la moralidad y el espíritu humanos deben alcanzar un cierto nivel; de lo contrario, es correcto unirse.
Una blasfemia contra una gran cultura.
Para los mayas, los cráneos y los huesos eran como semillas, los principios estructurales de la vida. Proporcionan forma a nuestra existencia humana, del mismo modo que las semillas dan vida a las plantas. El cuerpo es más largo que nuestros huesos, al igual que las hojas de una planta. Al usar la misma palabra para expresar todos estos conceptos, los mayas nos recuerdan que todos desempeñamos un papel activo y creador de vida. Por lo tanto, para los mayas, el potencial de vida reside en la muerte misma, y la calavera no es sólo un símbolo de muerte, sino también de vida, regeneración y renovación.
Los famosos huesos de cristal fueron descubiertos por una niña británica llamada Anna. Su padre era arqueólogo, se llamaba Michel Heidegger. En 1927, Michelle dirigió un equipo arqueológico a Honduras, el lugar de nacimiento de la civilización maya, para excavar las ruinas de una antigua ciudad, y Anna también los acompañó. Después de llegar a su destino, la traviesa Anna subió a unas ruinas, se paró sobre ellas y contempló el paisaje distante. El sol era particularmente deslumbrante y le ardía la cara. De repente Anna notó que algo parpadeaba no muy lejos. Anna corrió a decirle a su padre que había encontrado un bebé. Recogieron el tesoro y se sorprendieron al descubrir que era un hueso de cristal del tamaño de un hueso humano. Este hueso de cristal fue recolectado por Michel y lo llamó "Michel Heidegger Crystal Bone".