Composición de 300 palabras de Spider (si desea promocionarla primero, suprímala primero)
De repente, un fuerte viento sopló en el cielo, y el fuerte viento aullaba sobre los olmos. El sonido era horriblemente sordo, como el rugido de un toro enojado, haciendo que las ramas se balancearan. Sucedió que delante de la telaraña había una pequeña rama, que estalló cuando la sopló el viento. La araña observó con cariño, y cuando el viento amainó gradualmente, rápidamente trepó a la mitad restante de la red y la reparó cuidadosamente con seda. La araña teje su tela como un columpio, moviéndose varias veces hacia adelante y hacia atrás entre dos ramas, y de su cola emerge una seda brillante. La araña teje primero verticalmente, luego horizontalmente, una tras otra desde adentro hacia afuera, como una niña hábil bordando. Finalmente, se teje en un "Bagua Array" octogonal en forma de cometa, más delgado que un cabello, como una cerca de alambre, que brilla bajo la luz del sol recién emergida.
Sin embargo, el clima no era hermoso. Al día siguiente hubo nubes oscuras, relámpagos y truenos, y pronto comenzó a llover intensamente. Las gotas de lluvia seguían cayendo como un hilo denso que nunca terminaría. La araña se fue volando y no quedó nada en la red que acababa de tejer. Las lluvias intensas son como un balde con fondo, que disminuye gradualmente con el tiempo.
La lluvia finalmente paró. La araña volvió a salir para tejer su tela. Colgó lentamente de una rama alta, luego se detuvo en el aire y comenzó a atar su red. Aunque una araña puede parecer torpe y fea, puede ser más diestra que un acróbata de la cuerda floja mientras se arrastra por su larga y suave seda. Después de tejer la red, agrega con cuidado algunos hilos gruesos a los bordes de la red. Parece que va a tejer una red que no teme al viento ni a la lluvia.
Mirando la telaraña, realmente admiro el espíritu de perseverancia, el trabajo duro, el miedo a la fatiga y la lucha contra el viento y la lluvia de la araña una y otra vez. Debemos ser como una telaraña, nunca doblegarnos ante las dificultades. Si el viento y la lluvia soplan la red cien veces, debemos tener el valor de atarlo ciento una veces.