Una niña llamada Li tenía dos nombres.
Personalmente no creo que los nombres mencionados por algunos adivinos determinen la suerte de una persona en la vida. Lo que determina el destino de vida de una persona es su propio carácter, capacidad, entorno social y oportunidades. No podemos cambiar mucho en cuanto al entorno y las oportunidades; el carácter y las habilidades se pueden cultivar, por lo que en lugar de fijar su futuro y destino en el cambio de nombre del adivino, es mejor dedicarse a perfeccionar y mejorar su temperamento y sus habilidades.